La adultez y el envejecimiento: La importancia de las relaciones sociales y la regulación emocional

 

A diferencia de las etapas tempranas de la vida, donde el cerebro se enfoca en adquirir rápidamente nuevas habilidades, en la adultez y la vejez el desarrollo se centra en consolidar, adaptar y reorganizar las funciones cognitivas y emocionales. Esto ayuda a las personas a responder a los cambios de la vida (Hernández et al., 2021).

Aunque el cerebro puede sufrir cambios con la edad, como la reducción de volumen en algunas áreas, muchas personas mayores logran una excelente regulación emocional, incluso mejor que la de los adultos jóvenes. Esto se debe a que usan estrategias adaptativas y aprovechan sus experiencias acumuladas (Charles & Carstensen, 2010).

Sin embargo, la pérdida de amigos y familiares, el luto, la jubilación o el deterioro físico pueden afectar la salud emocional si no se cuenta con apoyo social o recursos internos para afrontar estas situaciones (Intriago-Guzmán et. al, 2023) .

Cambios en el cerebro y cómo se afrontan

En la vejez, el cerebro pierde algunas conexiones neuronales, especialmente en el lóbulo frontal, que está relacionado con el pensamiento y la memoria. Esto puede llevar a un deterioro de la memoria a corto plazo, dificultad para resolver problemas, lenguaje menos fluido, vocabulario más limitado, menor concentración e iniciativa, y ansiedad al tomar decisiones (Pasantes, 2021).

A pesar de estos cambios, la vejez también es una etapa donde el ser humano ha alcanzado una gran madurez. Las experiencias vividas les permiten un mayor control de sus emociones negativas y una mayor estabilidad emocional. Esto significa que pueden expresar sus emociones de manera adecuada, pensando y reflexionando antes de actuar (Hernández et al., 2021; Moysén et al., 2022).

En la adultez, la regulación emocional se fortalece mediante la autorreflexión, estrategias cognitivas más complejas y una mayor capacidad para integrar experiencias afectivas. Las relaciones interpersonales tienden a volverse más selectivas, priorizando vínculos emocionalmente significativos que contribuyen al sentido de propósito y pertenencia (Carstensen et al., 2003). Esta selectividad emocional responde a una reorientación motivacional que busca optimizar el bienestar emocional a medida que las personas toman conciencia del tiempo finito de vida, como lo postula la teoría socioemocional selectiva.

Las emociones y su impacto en la salud

Las emociones son esenciales para un desarrollo saludable a lo largo de la vida, especialmente en momentos de cambio. Nos ayudan a adaptarnos y también influyen en nuestra salud (González y Parra, 2024). La falta de interacción social y el estrés emocional pueden aumentar el riesgo de enfermedades crónicas, debilitar el sistema inmunológico y afectar la capacidad de recuperación (Intriago-Guzmán, 2023; Umberson y Karas Montez, 2010).

Las relaciones sociales actúan como una red de protección contra el deterioro cognitivo. Fomentan la neuroplasticidad (la capacidad del cerebro para formar nuevas conexiones) y mantienen activas las áreas del cerebro relacionadas con el lenguaje, la memoria y la toma de decisiones. De hecho, los adultos mayores con vínculos sociales activos tienen un menor riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas (Laurent, Allegri y Thomas-Anterion, 2005).

Beneficios del contacto social y físico

En las personas mayores, el contacto emocional positivo ayuda a mantener el equilibrio corporal y reduce síntomas como la ansiedad o la tristeza, e incluso puede aliviar el dolor crónico. A menudo, el deterioro físico y emocional en esta etapa se asocia con sentimientos de soledad y aislamiento social.

La ciencia es clara: las personas que mantienen vínculos sociales sólidos viven más y mejor. Un estudio publicado en The Lancet indicó que el aislamiento social es tan perjudicial como fumar 15 cigarrillos al día. Incluso el contacto físico positivo, como un abrazo, libera oxitocina, una hormona relacionada con el apego y la confianza, y reduce el estrés al modular regiones cerebrales vinculadas a este, como la amígdala y el hipotálamo (Álvarez, 2023).

Estudios recientes confirman que el tacto y la cercanía física son reguladores naturales del sistema nervioso. Un abrazo, una caricia o el simple hecho de tomarse de las manos activan circuitos de bienestar (oxitocina, serotonina, dopamina), lo cual es especialmente importante en la tercera edad, donde el aislamiento social puede convertirse en un factor de riesgo (Álvarez, 2023) y también puede afectar el funcionamiento ejecutivo, el sueño y el bienestar mental y físico (Cacioppo et al., 2014).

Habilidades sociales y apoyo familiar

El desarrollo de habilidades sociales en los adultos mayores es crucial para su bienestar general, previniendo el aislamiento social, la baja autoestima y el deterioro emocional y físico. Asimismo, mantener vínculos familiares y de amistad que brinden apoyo práctico y emocional contribuirá en su participación e integración en la sociedad, manteniendo su autonomía e independencia (Intriago-Guzmán et al., 2023).

Desde la neurociencia afectiva, se reconoce que aunque algunas funciones ejecutivas declinan con la edad, la activación de circuitos relacionados con la recompensa emocional y la empatía se conserva, permitiendo que las personas mayores puedan mantener conductas prosociales, establecer nuevas relaciones significativas o resignificar vínculos pasados (Urry & Gross, 2010). Esto resalta la importancia de diseñar intervenciones psicosociales que promuevan la conexión interpersonal, el reconocimiento emocional y la participación activa durante el envejecimiento.

Recomendaciones para un envejecimiento saludable

En resumen, el neurodesarrollo en la adultez y la vejez no es solo un proceso de pérdida, sino una transformación dinámica donde las relaciones sociales y las emociones son fundamentales para la adaptación, el sentido de identidad y el bienestar general.

Por ello, las principales recomendaciones para los adultos mayores son:

• Busque actividades que disfrute, como retomar un pasatiempo o inscribirse en un taller para aprender algo nuevo. Esto le permitirá divertirse y conocer a personas con intereses similares.
• Programe encuentros para mantener contacto con familiares, amigos y vecinos, ya sea en persona o a través de la tecnología.
• Realice actividad física regularmente, como caminatas suaves o ejercicios, ya que esto puede mejorar su estado de ánimo y reducir el estrés.

El apoyo familiar también es esencial en esta etapa. Aquí hay algunas recomendaciones para la familia:

• Permita que realicen tareas diarias por sí mismos dentro de sus capacidades, para mantener su autoestima y sentido de logro.
• Establezca horarios regulares para las comidas, el descanso, el ejercicio y las actividades. Esto puede brindar seguridad y estabilidad emocional.
• Consulte en espacios sociales como “La casa del adulto mayor” por talleres o actividades.
• Organice actividades familiares que prioricen momentos de calidad donde se sientan escuchados y queridos.

"Una red social sólida puede ser tan protectora como una dieta saludable o el ejercicio físico."

Cacioppo y Cacioppo (2014)

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Referencias bibliográficas

Álvarez, A. (2023). El poder de las interacciones sociales en la vejez. Psicoactiva. Recuperado de https://www.psicoactiva.com/blog/poder-las-interacciones-sociales-la-vejez/

Cacioppo, J. T., & Cacioppo, S. (2014). Social relationships and health: The toxic effects of perceived social isolation. Social and Personality Psychology Compass, 8(2), 58-72.

Cacioppo, J. T., Cacioppo, S., Cole, S. W., Paciocco, M., & Cole, S. W. (2014). The health effects of loneliness. The Lancet, 383(9924), 1198.

Carstensen, L. L., Fung, H. H., & Charles, S. T. (2003). Socioemotional selectivity theory and the regulation of emotion in adulthood and old age. Motivation and Emotion, 27(3), 229-236.

Charles, S. T., & Carstensen, L. L. (2010). The socioemotional selectivity theory: Aging, cognition, and motivation. Annual Review of Psychology, 61, 355-371.

Hernández, D., Sarroca, S., Calero, M., & Aguilar, M. (2021). Neurodesarrollo a lo largo del ciclo vital. Editorial Ciencias Médicas.

Hernández, V., Solano, N., y Ramírez, P. (2021). Entorno social y bienestar emocional en el adulto mayor. Revista Venezolana de Gerencia,26 (95), 530-543. https://www.redalyc.org/journal/290/29069613004/html/

Intriago-Guzmán, M. (2023). Importancia de las habilidades sociales en el adulto mayor. Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí.

Laurent, E., Allegri, R. F., & Thomas-Anterion, C. (2005). Social networks and cognitive decline in aging: A review. Aging & Mental Health, 9(6), 565-573.

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Moysén, J. R., Ceballos, M. C., & Trejo, V. (2022). Inteligencia emocional y envejecimiento. En: Avances en Neurociencias y Envejecimiento. (pp. 1-15). Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

Pasantes, H. (2021). El cerebro en el envejecimiento. Instituto de Fisiología Celular, UNAM. Recuperado de https://www.ifc.unam.mx/users/hpascant/Neurobiologia/Cerebro_envejecimiento.pdf

Umberson, D., & Karas Montez, J. (2010). Social relationships and health: A flashpoint for health policy. Journal of Health and Social Behavior, 51(S1), S54-S66.

Urry, H. L., & Gross, J. J. (2010). Emotion regulation in older adulthood. Current Directions in Psychological Science, 19(6), 352-357.